Amazonía 2.0 es un proyecto financiado por la Unión Europea, coordinado por UICN-Sur y ejecutado por un consorcio de organizaciones capacitadas en Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú y Surinam, en un conjunto de territorios que suman más de un millón y medio de hectáreas.
El proyecto nace en 2017, como una alternativa estratégica para luchar contra las amenazas y presiones que se ejercen sobre los bosques amazónicos desde la gestión adecuada de los territorios indígenas y campesinos.
Es una iniciativa que se enfoca en poblaciones que “viven en el bosque y del bosque”, en un trabajo de “abajo hacia arriba”, que fortalece las capacidades locales para crear modelos de gestión propios que prevengan, aborden y mitiguen daños, salvaguardando el patrimonio natural.
El modelo de intervención de Amazonía 2.0 tiene como herramienta fundamental la veeduría, monitoreo o promotoría comunitaria que permite a los pueblos indígenas o campesinos convertirse en una figura técnica que vela por el manejo sostenible de sus recursos. El trabajo de los veedores, monitores o promotores locales, genera resonancia en sus comunidades, produciendo incidencia en la toma de decisiones en autoridades locales, departamentales o provinciales y nacionales.
Es justamente esta incidencia la que permite lograr una reducción de amenazas y presiones a través del seguimiento y atención de casos; y a su vez, un manejo territorial con perspectiva local e intercultural, para lograr el propósito de conservación, restauración y aprovechamiento sostenible de los recursos naturales.
Aurelia Ahua vive en el Territorio Waorani, al este de Quito, bajo amenaza constante. Para ella, como para el resto de los integrantes de su comunidad de Akaro, la tala indiscriminada, la cacería ilegal, la extracción de petróleo y los asentamientos coloniales han pasado a ser problemas cotidianos.
Los Waorani son el pueblo indígena de más reciente contacto en Ecuador. Desde que se encontraron con un grupo de misioneros estadounidenses en 1958, han experimentado una difícil y, a veces, abrupta inserción en el mundo occidental. Ante este panorama, algunos clanes waorani decidieron internarse en la selva para continuar su vida como antes.
Aurelia es una mujer waorani que dejó su comunidad a los dieciocho años para continuar sus estudios y se encontró rápidamente inmersa en las dinámicas de ese mundo que no conocía. “Mi hermana vivía en la ciudad y allá terminé mi colegio. No fue fácil, para una chica que creció en la selva, dejar la familia y abandonar todo eso con lo que crecí”.
Al terminar la secundaria, comenzó a frecuentar la oficina de la dirigencia waorani en Shell -una ciudad de la provincia de Pastaza-, donde los líderes se reunían para debatir sobre el tema de la territorialidad. “Me interesaron los talleres de liderazgo que organizaban y comencé a viajar, de vuelta, a mi territorio. Eso me encantó, viajaba con ellos, pero no era del equipo. Hasta que un día me seleccionaron para trabajar en el proyecto y así fue sucesivamente mi vida”.
Desde hace tres años colabora con el proyecto Amazonía 2.0, una iniciativa que se desarrolla en seis países de la región amazónica. “Pensando bien en mi territorio, es el único que tengo, es el único en donde hay gente waorani, con su vida, con su naturaleza. Si no actuamos, si no tuviésemos apoyo, ¿qué pasaría después de diez o veinte años? ¿Qué va a pasar? En eso pienso, sobre eso tenemos que actuar junto con las organizaciones”, dice Aurelia, quien creció en medio de un territorio que sufre y enfrenta presiones desde diferentes frentes. Por ello, decidió tomar acción y unirse como técnica veedora en el proyecto Amazonía 2.0 como una alternativa para luchar contra esas amenazas a los bosques amazónicos, desde la gestión adecuada de los territorios indígenas. “Mientras yo estaba estudiando, siempre estaba soñando que quería ser alguien y quería trabajar por mi gente. Creo que estoy en el buen camino, un buen inicio por mi vida”.
Como técnica veedora o Neaarani (como se dice en su lengua, el waotededo), Aurelia apoya en el monitoreo. Es decir, registra y gestiona las amenazas que se presentan en su territorio a través de aplicaciones y una plataforma en línea. De esa manera, otros técnicos waorani especializados en el tema pueden analizar la data, le den solución y de ser el caso, la transmitan a las autoridades estatales.
Gracias a la tecnología, ahora las denuncias de los waorani llegan a la institución tomadora de decisiones ocho días más rápido que antes. Sin embargo, aún falta el reconocimiento oficial del Estado a través de sus ministerios. “El proyecto nos va a quedar hasta que se termine, pero nosotros, que trabajamos y que vivimos en el territorio, tenemos que actuar con las organizaciones y con la tecnología, para que no destruyan al bosque”, dice Aurelia, una de las guardianas del Territorio Waorani.
Una joven waorani en Ecuador se compromete con su territorio y decide alistarse como veedora en una iniciativa que busca defender los bosques de las amenazas externas. Su lucha es también un ejemplo para el resto de su comunidad en el Territorio Waorani.
La Sra. Sherry Ann Balkaran es una defensora indígena de la comunidad predominantemente patamuna de Paramakatoi, Región 8. Con amplia experiencia en la defensa de los derechos de los pueblos indígenas, actualmente es secretaria del Consejo de Distrito de Pakaraima Norte y vicepresidenta de Amerindian Peoples Association.
"Creo que los proyectos de monitoreo medioambiental como el proyecto Amazonía 2.0 nos benefician aquí en Pakaraima Norte, ya que ayudan a nuestra gente a ser consciente de lo que está ocurriendo realmente en la región. Me gustaría mucho que nuestros jóvenes recibieran formación para que puedan dispersarse por las distintas zonas y vigilar nuestro medio ambiente, de modo que cuando lo hagan, puedan llevar la información a los distintos pueblos y a los distintos consejos de los pueblos para que puedan ser conscientes de lo que está ocurriendo y poner en marcha sistemas para rectificar o frenar estas cosas."
"Creo que los proyectos de monitoreo medioambiental Amazonía 2.0 nos benefician aquí en Pakaraima Norte, ya que ayudan a nuestra gente a ser consciente de lo que está ocurriendo en la región".
Mariah lleva dos años trabajando con Amerindian Peoples Association como oficial de comunicación y visibilidad de la organización. En el marco de Amazonía 2.0, ha colaborado estrechamente con el equipo regional de comunicaciones en la promoción de la visibilidad del proyecto ante el público en general.
"Trabajar con la UICN en el proyecto Amazonía 2.0 en el área de comunicación ha sido una gran experiencia para mí. El equipo regional nos ha apoyado enormemente para garantizar que alcancemos nuestros objetivos de comunicación, especialmente durante un periodo plagado de incertidumbres debido a la pandemia de COVID-19 en curso. Con su orientación continua, he mejorado mis capacidades como responsable de comunicación, lo que ha beneficiado a la APA y a las numerosas comunidades indígenas con las que trabajamos.
Además, trabajar en este proyecto me ha permitido ampliar mis conocimientos sobre cómo nuestros pueblos indígenas de muchas partes de Guyana, incluida la Región 8, siguen siendo devastados por las industrias extractivas, en gran medida no reguladas.
También me ha proporcionado valiosas oportunidades de establecer contactos con personas de referencia en estas zonas que siguen abogando por el cambio necesario para garantizar una mejor calidad de vida en estas zonas."
"Trabajar en este proyecto me ha permitido ampliar mis conocimientos sobre cómo nuestros pueblos indígenas siguen siendo devastados por las industrias extractivas".
Desde los 16 años, Kemal Robinson (ahora de 21) ha estado trabajando con Amerindian Peoples Association como aprendiz de cartografía.
Como joven patamona de la aldea de Kato en la región de Potaro-Siparuni, su introducción a este campo de trabajo se produjo gracias a la oportunidad de trabajar junto con otros especialistas en la recopilación de información crítica para la evaluación de la tenencia de la tierra de la región 8 (LTA).
La LTA de la Región 8 es la segunda de una serie de publicaciones de investigación de la APA que ponen en la palestra la situación de la tenencia de tierra de los pueblos indígenas en diferentes regiones de Guyana. Cuenta con el apoyo del Forest Peoples Programme y de la Rainforest Foundation US mediante la financiación del NORAD y del Rainforest Fund.
A partir de ahí, Kemal pasó a trabajar en otros proyectos con la APA que le permitieron ampliar sus conocimientos sobre el trabajo requerido y la importancia de cartografiar las tierras indígenas, así como comprender mejor su propio territorio de origen. Con el tiempo, Kemal también se convirtió en uno de varios jóvenes indígenas capacitados en producción de vídeo en el marco del programa de medios de comunicación dirigidos por jóvenes de la APA, financiado por el NORAD, aplicando los conocimientos que adquirió como cartógrafo.
En la actualidad, Kemal está capacitado para utilizar programas informáticos activados por el GPS para reunir datos y trazar mapas que pueden ser utilizados por las comunidades o los consejos de distrito en campañas de promoción.
"Cuando vamos al campo, tomamos fotos, videos y puntos GPS y los trazamos en un mapa. Cuando alguien pregunta qué está pasando allí, podemos mostrarle esto. Y también tomamos nombres para poder identificar a las personas que viven y trabajan en áreas específicas."
Kemal cree que las cuestiones que afectan a los pueblos indígenas de Guyana a menudo no son una prioridad para las autoridades. Sin embargo, esto sólo lo motiva a seguir concienciando sobre estos asuntos mediante la promoción basada en evidencia.
"El programa de monitoreo ambiental sería algo muy, muy bueno, ya que nos permitiría reunir pruebas para mostrar a los que no creen, lo que está sucediendo sobre el territorio". Con el monitoreo ambiental se toman puntos de GPS, se hacen videos y fotos que se pueden devolver a la comunidad y mostrar a una escala más amplia para que vean lo que está pasando", compartió Kemal.
"Dicen que Guyana es uno de los países más bellos del mundo, pero está siendo destruido, de forma lenta pero segura", añadió.
Desde marzo del 2020, el líder waorani Gilberto Nenquimo desempeña con notable entusiasmo su cargo como presidente de la Nacionalidad Waorani del Ecuador (NAWE), buscando fortalecer la autonomía y el bienestar de las 67 comunidades que conviven en las tres provincias que conforman el territorio.
El dirigente reconoce que uno de los antecedentes más importantes para para llegar a su rol como presidente, ha sido participar en Amazonía 2.0, aceptando la invitación de la Asociación de Mujeres Waorani de la Amazonía Ecuatoriana (AMWAE) a ser parte de la Veeduría Comunitaria, implementada durante el proyecto. Ahí, durante tres años Gilberto logró apropiarse de la realidad del contexto y ampliar sus capacidades con el uso de herramientas tecnológicas, para potenciar sus esfuerzos en la defensa del territorio.
“Cuando me propusieron hacer monitoreo y gobernanza, me encantó. Yo venía trabajando como uno de los defensores del territorio, pero Amazonía 2.0 me llevó más allá. No sólo a ser un técnico, ni sólo un líder, sino a aprender cuáles son las dimensiones de la degradación y el futuro del territorio Waorani”, señala Gilberto.
Las presiones más comunes a las que se ven enfrentadas las comunidades tienen que ver con el tráfico ilegal de carne de especies en peligro de extinción; cacería; invasión de personas externas al territorio Waorani y tala ilegal. Frente a esto, los veedores comunitarios son quienes registran con tecnología la situación o irregularidad, haciéndola llegar hasta Gilberto, quien a su vez realiza la denuncia y la dirige al Ministerio del Medio Ambiente (MAE), institución encargada de verificar y hacer el seguimiento a los casos. Gracias a la tecnología, ahora las denuncias de los waorani llegan 8 días más rápido que antes, a la institución tomadora de decisiones.
Además del monitoreo de alertas, el líder waorani califica como un factor influyente para el éxito y la aceptación de Amazonía 2.0, la posibilidad de impulsar el desarrollo sostenible de las familias waorani, respetando sus decisiones autónomas y su cosmovisión, por medio de la instalación de proyectos de bamboo, cacao, artesanías y medicina tradicional. Según Gilberto, le honra reconocer que esta es la primera vez que un proyecto en territorio es dirigido por los propios waorani, pues ellos y ellas han estado desde el inicio como técnicos, veedores y coordinadores de este.
A pesar de la falta de celeridad en el seguimiento a los casos por parte del Ministerio de Ambiente, el líder waorani habla de la necesidad de fortalecer el diálogo y el entendimiento de los principios de interculturalidad, para que estos procesos sean cada vez más efectivos. Así mismo, menciona las líneas por las que orientará su trabajo desde este año: Territorio, Desarrollo social, Economía y Seguridad alimentaria.
Gilberto considera que todos los proyectos que se desarrollan en la Amazonía deben buscar la unidad e integralidad. De igual manera, enfatiza en la importancia de motivar a las comunidades amazónicas a apropiarse de los recursos naturales para no permitir que nadie se los lleve “porque son estos recursos los que nos permiten vivir en comunidad, nuestro bosque es nuestra casa”.
“Cuando me propusieron hacer monitoreo y gobernanza, me encantó. Yo venía trabajando como uno de los defensores del territorio, pero Amazonía 2.0 me llevó más allá.”
Son 12 promotores ambientales, quienes velan por el bienestar social y ambiental de su territorio. Tres de ellos indígenas, pertenecientes al Resguardo Indígena Inga de Niñeras y nueve campesinos, habitantes del núcleo Mononguete en Solano (Caquetá), región Amazónica de Colombia.
Fanny Jael Jamioy, lideresa que hace mérito su cargo de promotora ambiental, cree firmemente que Amazonía 2.0, desde su inicio en el 2017, “ha sido la posibilidad de diaogar, construir y generar acuerdos que nos permitan pervivir en el tiempo” , y dar un manejo armonioso al territorio, teniendo en cuenta las necesidades y las cosmovisiones, tanto de las 21 familias del resguardo que habitan la parte baja de la quebrada Niñeras, como de las 157 familias campesinas, agrupadas en 8 veredas, en la parte media y alta.
La posibilidad de vivir en tranquilidad
Según Fanny, el valor del territorio es la posibilidad de vivir tranquilamente; de tener la chagra y el bosque como fuentes de vida; de habitar con los demás y con la naturaleza. Desde la declaración del resguardo Niñeras en 1988, esta área mantiene su bosque conservado en un 93%, resistiendo, no solo a la presencia de grupos armados, sino también a las presiones de transformación de paisaje que las veredas aledañas han sufrido, como consecuencia de la ganadería o la implementación de cultivos de hoja de coca.
Los acuerdos comunitarios que se han creado, tienen que ver con el cuidado del agua de la quebrada Niñeras. Para ambas comunidades este es su bien más preciado. “Nosotros no hacíamos nada conservando para tener agua limpia, si ellos allá seguían deforestando y contaminando”, cuenta la promotora ambiental, al referirse a los cambios positivos del relacionamiento entre su comunidad y los campesinos. Además de realizar monitoreo comunitario del territorio, se han esforzado de manera conjunta en la limpieza y restauración de los nacimientos de la quebrada, en abrirse al intercambio de conocimientos y en forjar lazos de cooperación.
Para Fanny, mujer ingana del Resguardo Indígena Inga de Niñeras, la motivación está en enseñarle a sus hijos y a su comunidad, el valor de cuidar la naturaleza.
Francildo es un joven líder del pueblo Manchineri. Vive en la Tierra Indígena Mamoadate, en el pueblo de Peri, ubicado en el estado de Acre, Brasil. Además de tener capacitación como Agente Agroforestal Indígena, la proactividad de Francildo y su facilidad de comunicación y uso de nuevas tecnologías, hicieron que su comunidad lo eligiera como monitor del proyecto Amazonía 2.0.
En octubre de 2019, fue la primera vez que Francildo dejó Acre y el país para participar en el III Congreso de Áreas Protegidas de América Latina y el Caribe (CAPLAC), como parte de las primeras sesiones de capacitación en torno al proyecto, en Lima, Perú. Allí intercambió experiencias con otros monitores peruanos, colombianos y pueblos hermanos como los Waorani, se reunió con el Embajador de la Unión Europea y habló en uno de los paneles sobre la realidad de su territorio y su pueblo. Además, hizo amigos, como el cantante de rap indígena Eler Gabriel Rojas de Perú, se enamoró del mar, visto por primera vez y, curioso, quiso saber qué bestias habían allí.
"Francildo es un joven líder del pueblo Manchineri. Vive en la Tierra Indígena Mamoadate, en el pueblo de Peri, ubicado en el estado de Acre, Brasil."
Conoce a Rogelio, Veedor Forestal Indígena de la CORPIAA (Coordinadora Regional de los Pueblos Indígenas de Atalaya) base de AIDESEP, Perú. A continuación su experiencia como veedor:
“Yo concluí mis estudios técnicos en la especialidad de agropecuaria en Atalaya hace 10 años, pero lejos de dedicarme a la agricultura me dediqué a la actividad forestal. Cuando se me propuso la oportunidad para ser Veedor forestal, no tenía idea completa de que se trataba, intuía que era como ser vigilante forestal para las comunidades, ya cuando asumí, comencé a descubrir que era algo más, que no sólo era ser vigilante sino un gestor, como un médico para el paciente de los bosques en las comunidades, que se dedica a brindar asistencia técnica para la gestión del territorio, manejo forestal, que no sólo era para aprovechar la madera, sino para representar a las comunidades en reuniones, talleres, manejar la información de modo ordenado, capacitar a la gente en las comunidades, asesorar a los dirigentes, como su brazo derecho técnico.
Gracias a la enseñanza y apoyo constante de los profesionales del proyecto A2.0 he logrado mejorar mis capacidades, ordenar mi conocimiento, aplicar mis habilidades. Creo que ser veedor es una profesión que te formas en la práctica, ser veedor es estar en el campo de los hechos, en el día a día de las comunidades, donde no siempre llegan las instituciones, escuchas las demandas de los pueblos, ves las necesidades de la gente, disfrutas del bosque, pero también te preocupas por su destrucción.
Yo creo que hace falta seguir apostando por las veedurías, formar más jóvenes, entrenarlos en campo con equipos, en manejo de la computadora, redacción, buscar la manera de encontrar mecanismos que compensen su dedicación, que las comunidades sientan más su contribución, si los veedores se consolidan creo que la gobernanza en las comunidades y organizaciones va mejorar aún más, por tanto vamos asegurar que los bosques siempre estén, pero si no se apoya o fortalece a los veedores los riesgos de pobreza de las comunidades, corrupción y destrucción de los bosques va aumentar.”
"Gracias a la enseñanza y apoyo constante de los profesionales del proyecto A2.0 he logrado mejorar mis capacidades, ordenar mi conocimiento, aplicar mis habilidades."
La Casa Comunal de la Asociación ProDesarrollo ubicada en la vereda Miravalle (Solano, Caquetá, Colombia), fue adecuada como Centro de Monitoreo Comunitario en el año 2018 por los promotores ambientales articulados en Amazonía 2.0.
Sin lugar a dudas, este sitio ha sido clave en el fortalecimiento de la gobernanza territorial, con resultados positivos en la búsqueda de alternativas que: impidan retornar a las épocas más violentas de un municipio que ha sido afectado por el conflicto armado; aporten al bienestar de las comunidades, y contribuyan a la protección de la biodiversidad.
Hasta hace tres años el caserío de Miravalle estaba desolado. Sin embargo, desde la vinculación de los promotores ambientales y su trabajo, el entorno tiene un aire distinto. Las familias que habían abandonado sus viviendas, retornaron y la Casa se convirtió en el epicentro de encuentro entre personas y los líderes de las distintas veredas del núcleo Mononguete, ahí se realizan jornadas de capacitaciones, encuentros, reuniones y se toman decisiones sobre temas socioambientales.
Este cambio en la dinámica ha fortalecido las relaciones comunitarias y ha permitido que campesinos del núcleo veredal Mononguete, e indígenas del resguardo Inga de Niñeras diseñen colectivamente acciones para la sostenibilidad de los recursos naturales y en general, para la construcción de un territorio con mejores posibilidades para todos.
“Hasta hace tres años el caserío de Miravalle estaba desolado. Sin embargo, desde la vinculación de los promotores ambientales y su trabajo, el entorno tiene un aire distinto. ”
Eslin es uno de los Veedores Forestales del equipo de Amazonía 2.0 en Perú. En sus palabras nos explica cómo ha sido su participación dentro del proyecto A2.0:
“Ser un veedor es uno de los retos que tengo como persona. He contribuido a las comunidades indígenas como articulador y nexo de una columna vertebral y, a pesar de la poca presencia del Estado, he tratado de establecer un vínculo con las autoridades forestales.
La veeduría ha permitido fortalecer la capacitación e implementar el monitoreo de los territorios y bosques, logrando así, la inserción de las veedurías como instancias técnicas para la toma de decisiones relacionadas a la actividad forestal y de la fauna silvestre.
Anteriormente, la desorganización por falta de conocimiento en la ley forestal significaba el incumplimiento de las reglas, generando multas. Ahora eso ha cambiado, y gracias a ello, también la realidad de los pueblos indígenas, mejorando el manejo de los recursos forestales, obteniendo ganancias y aprendiendo de los errores.
No tuve mayor dificultad en ejercer mis labores como veedor porque estuvieron fusionadas con mi actividad diaria. Volvería a asumir el cargo una y otra vez. Y si tuviera que darle un consejo a una persona que quiere ser veedor le diría que preste atención, se empodere, se capacite, pregunte lo que no entienda y entregue todo de sí misma.
Una vez terminado el proyecto continuaré apoyando con mi labor como lo vengo haciendo hasta la actualidad.”
“Ahora eso ha cambiado, y gracias a ello, también la realidad de los pueblos indígenas, mejorando el manejo de los recursos forestales, obteniendo ganancias y aprendiendo de los errores.”
Veedores/as, promotores/as o monitores/as indígenas o campesinos/as.
Participantes en 191 cursos o talleres.
Reportes de monitoreo.
Acuerdos con organizaciones, comunidades y gobiernos.
Estudios regionales.
Plataforma regional diseñada participativamente y en funcionamiento, conformada por componentes sociales y tecnológicos.
13 sesiones internas virtuales con los socios de A2.0 y 4 seminarios virtuales regionales para un público amplio, como parte de la Estrategia de Aprendizaje Colectivo.
Intercambios de experiencias de monitoreo en Atalaya, Perú, y en la provincia de Caquetá, Colombia.
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